In Memoriam: Angel Mari Unzueta, la grandeza de la sencillez
Durante la mayor parte de mi encomienda como director de BAM, Ángel Mari Unzueta fue Vicario General y por tanto ejercía por delegación del Obispo la presidencia de la Junta de Entidad. Esos años fueron de intenso trabajo: la integración en el Espacio Europeo de Educación Superior y el desarrollo de la nueva adscripción a la Universidad de Deusto exigían la modernización de una institución pequeña pero compleja y muy diversa, que además quedaba en manos de un equipo directivo joven e inexperto. Él entendió desde el primer momento que debía acompañar tanto a ese equipo directivo como a la institución en su conjunto. Se hizo presente y se comprometió muy activamente en esa tarea. Estuvo, escuchó, acompañó, apoyó, respaldó… Gracias a su compromiso y a su visión compartida de lo que debía ser la Escuela de Magisterio de la Diócesis, BAM es un centro universitario moderno y dinámico, presente, visible y reconocido tanto en el ámbito educativo como en el conjunto de la sociedad vasca.
Angel Mari era alguien que ejercía un liderazgo cercano desde el diálogo y el contraste; “dejando hacer” como a él tanto le gustaba decir. Siempre estuvo empeñado en integrar las diversidades para construir en común, y siempre desde un talante cercano, alegre y cómplice. Con una fidelidad al Evangelio, una lucidez intelectual y una coherencia personal que deslumbraba a cada momento, contagiaba la ilusión de construir la utopía con su mera presencia, su disponibilidad, sus certeras reflexiones y su desbordante capacidad de trabajo.
Pero sobre todo, Ángel Mari era una persona de gran sensibilidad, buena y sencilla, a la que le gustaba la cercanía a lo cotidiano; el contacto con la realidad de las personas. Ahí se le veía como pez en el agua. Charlando con algún conocido que le paraba por la calle, hablando con los alumnos de fútbol o de pelota en la entrada de la Escuela… Todas las personas, de manera individual y colectiva eran importantes para él, en la misma medida: absolutamente. Trataba con la misma atención, honestidad y respeto al lehendakari, a una catequista, a la diputada de cultura, a un estudiante de su asignatura o al hijo de una amiga… Su cercanía, su empatía y su actitud de escucha constante eran transformadoras. Todo era más fácil con Ángel Mari.
Precisamente, una buena amiga en común escribía hace unos días “¡era tan fácil quererle!” y yo añadiría que era tan fácil dejarse querer, cuidar acompañar, aconsejar por él… Hemos perdido un referente, un acompañante y sobre todo un gran amigo.
Agur Angel Mari, muchas gracias por tu generosa aportación a este mundo, que sin duda ha contribuido a que sea un lugar mejor, más humano y más cercano al Reino de Dios. Muchas gracias por habernos hecho mejores personas.
Lander Intxausti Arriolabengoa
Zientzien Didaktika Saila
Begoñako Andra Mari Irakasleen Unibersitate Eskola