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La enseñanza de la ciencia en la Escuela. Una apuesta mirando al futuro.

Manolo Tello
Catedrático Emérito de la UPV/EHU
Miembro del Consejo Institucional de BAM (2016-2024)

Un aniversario representa una celebración, pero muchas veces nos olvidamos que también es un buen momento para la reflexión mirando al futuro. Las líneas que siguen, en las que se indica brevemente como planteó la Escuela de Magisterio la enseñanza de las ciencias a pesar de las dificultades del momento, quieren ser un estímulo para los que, seguramente, estarán haciendo esa reflexión. Conviene recordar que cuando nace la Escuela, en el País Vasco solo existe la Universidad de Deusto, centrada en humanidades, ciencias sociales y económicas. Por otra parte, estaba la Escuela de Ingenieros Industriales y las de grado medio: comercio, magisterio y peritos industriales. Los alumnos vascos que querían estudiar ciencias tenían que hacerlo en Universidades fuera del País Vasco. Mayoritariamente Valladolid, Zaragoza y Madrid. Esta situación implicó que el número de licenciados en ciencias (física, química, matemáticas, biología y geología) fuera escaso en el País Vasco y, la mayor parte de ellos, trabajando como profesores en las escuelas medias y en los institutos y colegios que impartían bachillerato. Se exceptuaban los químicos, entre los cuales un buen número trabajaba en la industria, lo que hizo que en Bilbao existiera un importante colegio de químicos. Para cubrir la demanda de licenciados en ciencias era necesario que vinieran titulados de otros lugares de España. Por tanto, conseguir profesores de ciencias era un problema complicado que la Escuela fue solventando, en los inicios, como pudo. Hay que recordar que a pesar de la dificultad, Begoñako Andra Mari tuvo mucha suerte en cuanto a su competencia y a sus cualidades humanas que hicieron que se integraran bien en las motivaciones que justificaban la creación de una escuela diocesana.

Con la creación de la Universidad de Bilbao (luego Universidad del País Vasco), la situación cambió. Pero la terminación de estudios de las primeras promociones coincidió con el crecimiento explosivo de la enseñanza secundaria; se crearon multitud de Institutos de Enseñanza Media, que absorbían todos los profesores que encontraba a su paso. A eso hay que añadir que la propia universidad pública absorbió muchos titulados en ciencias para impartir docencia en una Universidad que creció a un ritmo acelerado. Como se ve, en los primeros momentos siguió existiendo una competencia muy grande en la búsqueda de profesores de estas áreas del conocimiento. En este medio complejo, la Escuela no solo sobrevivía, buscando e ilusionando conseguía profesores de ciencias capaces y motivados. El problema era que debido a su competencia profesional, en algunos casos, permanecían poco tiempo en la Escuela, al recibir ofertas profesionales más atractivas.

A pesar de vivir una situación compleja en la búsqueda de profesores, la Escuela, percibe que, en el futuro, el desarrollo socioeconómico va a tener una importante base científica. Esto va acorde con la transformación del tejido industrial del País Vasco, pasando de una industria apoyada fundamentalmente en el metal a la aparición de nuevos sectores industriales que utilizan las tecnologías emergentes. Esto supondría una mayor intensificación formativa en las áreas de ciencias y de tecnología. Pero esto no solo era necesario en la enseñanza universitaria, también en la formación básica de los estudiantes que llegan a la Universidad. Además, en los planes de estudio de los titulados en Magisterio esta exigencia pasa a ser prioritaria debido a que se alarga la edad de los alumnos y por tanto se produce un mayor nivel en los contenidos docentes. Esto hizo que se iniciara un programa entre el profesorado buscando conseguir que una parte de profesores pudieran adquirir el grado de doctor. Si esto era, en general, difícil, en el caso de Ciencias parecía una utopía. No debemos olvidar el pequeñísimo numero de doctores que había en los inicios de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Bilbao.

Con este deseo de plantear la enseñanza mirando al futuro, la Escuela comenzó a buscar Doctores en ciencias y a estimular la realización de doctorados entre sus profesores. Esto hizo que entre los profesores que impartían docencia de materias de ciencias fuera creciendo el número de doctores. La selección tuvo tal calidad que el competidor de la Escuela fue la, ya, Universidad del País Vasco. Esto representó que un importante número de profesores de ciencias (casi todos los doctores) de la Escuela pasó a formar parte del claustro de la UPV/EHU. No conozco los datos con exactitud, pero creo que sin un gran error, se puede decir que en aquellos momentos la Escuela era el centro de grado medio con más doctores de Bilbao. Las líneas anteriores dan una breve visión de la apuesta por el futuro que tuvo la Escuela en los planteamientos de los contenidos docentes dentro de la poca libertad que daban las instituciones administrativas encargadas de fijarlos. Una apuesta que llevó aparejado un cambio constante de contenidos, con el fin de adaptarlos a los tiempos tan rápidamente cambiantes. Así se ha podido ver que la Escuela se incorpora muy rápido al mundo de la informática, la comunicación y cara al futuro lo está haciendo con la inteligencia artificial. No en lo que se refiere a su creación, no es su misión, pero sí en lo que se refiere a la utilización y a la formación. Por tanto, se puede decir que la Escuela, llevando sus posibilidades al límite, ha participado, activamente, en el esfuerzo de modernización del País Vasco. Con este fin ha formado un importante numero de los profesores que hoy imparten la enseñanza de las ciencias en las primeras etapas formativas de los niños y adolescentes.

Como conclusión se puede decir que el 75 aniversario se puede celebrar con alegría. La Escuela ha realizado, realmente, a lo largo de estos 75 años un importante esfuerzo en la formación en ciencias de sus alumnos. Alumnos que son los profesores en las etapas iniciales de los niños y adolescentes actuales. Otra prueba de esa apuesta modernizadora ha sido el hecho de que, durante mucho tiempo, tres de los miembros del Patronato de la Escuela eran catedráticos de Ciencias o Ingeniería. Pero, de todo el esfuerzo hay que felicitar a unos equipos directivos que supieron mantener e incrementar, lo realizado por el equipo anterior en un proceso constante de modernización de la enseñanza de la ciencia en la Escuela.

Cuando se hace un análisis de lo logrado en el pasado, conviene decir algo que pueda estimular a todos mirando al futuro. En ciencias las velocidades con las que es necesario adaptarse a los cambios exigen caminar cada vez más rápido. Es la carrera en la que están implicados todos los países, por eso es fundamental tenerlo presente para mañana, no para pasado mañana. También es necesario dotar de doctores en las áreas científicas. En este tema existen varias posibilidades, pero hay una que puede surgir dentro de la propia Escuela. La realización de Tesis didácticas buscando la adaptación de los contenidos a los niveles educativos en los que se van a impartir. Desgraciadamente, esto que fue una subespecialidad (única en España) que se intentó en la UPV/EHU, por diversas razones no llegó a mantenerse en el tiempo. Pero una Escuela, ahora centro superior que imparte un grado, puede incorporarla, no como un grado docente, pero si como un programa de doctorado exigente y de nivel que de prestigio al centro. Con ello se cubrirían tres frentes: Profesores con doctorado, prestigiar la Escuela y generar material docente de alta calidad. Puede ser un reto hasta llegar a los 100 años de la Escuela.